miércoles, 17 de abril de 2013

LA ESPERA



Era muy bella, casi divina, 
como diosa salida del mar,
y la tarde de brisa muy fina,
en que al campo me fui a descanzar.

Eran sus ojos de tal encanto,
que no pude dejar de mirarla,
el sol ya lloraba en quebranto,
cuando quise comenzar la charla.

Muy despacio me le fui acercando,
al sentir que también me miraba,
su belleza me iba irradiando,
mientras lento el sol se alejaba.

¡Qué labios!... !Qué belleza increíble!...
¡Qué perfecta armonía y frescor!...
y era tierna esa brisa invisible,
que traía perfume de flor.

Ya quería romper a besarla,
y estallar en lujuria febril,
mas no quise la escena forzarla,
pues temía me viese senil.

Esperé que la noche cayera,
y las aves trajeran su canto,
cuando todo perfecto ya era,
exclamó:  ¿Por qué esperaste tanto?

Yo no supe en verdad que decirle,
simplemente me acerqué a su boca,
cuando ya comenzaba a sentirle,
me detuvo aquel golpe de roca.

Sobre el piso yo estaba tendido,
maldiciendo el haber despertado,
desde entonces atado he dormido,
pero a ella jamás la he encontrado...
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