viernes, 7 de agosto de 2009

VENDITO INSOMNIO


Anoche perdí mi sueño
mientras estaba indagando:
¿Del deseo quién es dueño?
y comencé meditando:

Empezar con trenta y cinco
el camino del poeta,
más que gigantesco el brinco
es utópica la meta.

Poco a poco comprendí
que la respuesta es compleja,
y a buscar me decidí
las raíces de mi queja.

Y mi pasado por dentro
desde los tiempos remotos,
indagué hasta su centro
entre cientos de devotos.

Y entre mis ancestros veo
(aunque no esté demostrado),
a la persona que creo
es culpable de mi enfado.

Se dice que de pequeño
dedicó sus aptitudes,
a crear con tal empeño
que le sobraban virtudes.

A pesar que no fue largo
por las aulas su camino,
su cultura sin embargo
fue más rica que el destino.

Su nobleza era admirable,
su corazón pura prosa,
y su verso comparable
con la más divina rosa.

En su memoria tenía
sus poemas nunca escritos.
¡Y que verso lo cubría!
¡Eran sus versos venditos!

Mas que por tu verso pienso,
te amé por otro tesoro,
en el cual fuistes inmenso,
y cuidaste como al oro:

Tu pasión por la familia
con tu corazón gigante,
con tu nobleza en vigilia
y con tu amor delirante.

Si tu eres el culpable
de que me crea poeta,
es mi queja cuestionable,
y un gran honor esa meta.

¡Venga mi insomnio vendito!
Hágale honor a mi abuelo.
Y aunque no crea repito:
¡Que dios lo tenga en el cielo!

Resumo y no me sorprende,
con su pensar y su lira:
¡La Vida, el color depende,
del cristal con que se mira!
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